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La realidad de la macrobiótica

¿Cómo saber si la macrobiótica tienen algo que aportarte? El cuerpo está acostumbrado a unas cosas y aunque le introduzcas unas nuevas, en un primer momento lo más probable es que proteste a los cambios. Hay que esperar, dejar unos días o semanas, y ver que pasa. A veces ocurre igual que al aplicar la extinción. Cuando queremos que un niño deje de llorar porque quiere una golosina, lo que hacemos es no comprársela y esperar, así aprende que con llorar no consigue lo que quiere. Nuestro cuerpo también llorará.  Es posible que tras ese tiempo el cuerpo empiece a lanzarnos mensajes de agradecimiento por el cambio realizado. ¿Cuáles podrían ser esos mensajes? Aquí va una lista:

  • Más energía, resistencia y vitalidad
  • Ir al baño con regularidad y sin esfuerzo
  • Un estado de ánimo positivo y regular
  • Menos acidez en el cuerpo lo que puede traducirse por menos inflamación y menos dolores articulares y musculares
  • Mejor digestión
  • Un sueño reparador
  • Más claridad mental y mejor memoria
  • Una pérdida de peso permanente
  • Mejor circulación sanguínea y linfática
  • Tendencia hacia el optimismo

Está lista de síntomas que nuestro organismo nos envía en respuesta a una dieta y estilo de vida más natural puede que no llegue de forma inmediata, por ello digo: “Al principio deja que la macrobiótica sea tu autoridad”. Confía en lo que la macrobiótica te dice. No existen intereses ocultos. No quiere nada a cambio. No tienes que seguir todo lo que se te dice a pie puntillas de aquí al fin de los días, sólo un período de tiempo, como quien deja hablar a alguien con un mensaje importante. Una vez pasado un tiempo y comprobando las diferentes respuestas del organismo a los cambios en dieta y estilo de vida, entonces empieza a tomar decisiones. Todo esto me recuerda a una historia que cuentan sobre Buda. Un hombre agitado, ávido de respuestas llega ante el maestro. “Buda, quiero entenderlo todo, tengo mil preguntas. Me han dicho que eres un hombre sabio, quisiera saber”. Buda impasible le respondió: “De acuerdo, te responderé a todas las preguntas que tengas, pero con una condición: Estarás junto a mi durante un año, en el cual no podrás realizar ninguna pregunta. Tras ese año sí podrás hacerlo”. El hombre al principio se mostró reacio, pero finalmente aceptó la propuesta que Buda le había hecho. Tras el año Buda se acercó al hombre y le comunicó que ya había llegado el momento de las preguntas. Aquel hombre, con lágrimas en los ojos, le respondió que ya no habían preguntas.

Las preguntas van en busca de unas respuestas que pueden llegar en formas que no nos esperamos. Las preguntas son siempre mentales y esperamos que lleguen por esa misma vía, pero en ocasiones las mejores respuestas a las preguntas son las experiencias mismas. A aquel hombre, durante el año con Buda, le llegaron las respuestas a todas las preguntas que tuvo, pero no fue a través de la mente. Aquel hombre experimentó las respuestas a todas sus preguntas, eran tan evidentes y claras que ya no era necesaria una elaboración verbal porque ya había conocido la verdad.

Conoce la realidad de la macrobiótica. No seas impaciente y quieras entenderlo todo en las primeras semanas. Espera la respuesta desde la vastedad que representa lo no verbal.

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Macrobiótica en tres cajas

3 cajones en macrobiótica
Dividir los alimentos en 3 categorías facilita la práctica de la macrobiótca

La alimentación macrobiótica más que una dieta semanal de alimentos predefinidos es el resultado de una serie de principios o pautas generales que aplicamos a la elección y elaboración de nuestro menú. De su aplicación surge la dieta diaria.

Uno de estos principios es el tema de la entrada de hoy. Con él nos será más fácil saber qué hacer de comer y nos aseguraremos un aporte de los principales nutrientes, evitando así el desequilibrio hacia la comida que no nos alimenta.

El principio o pauta a aplicar es muy sencilla. Se trata de clasificar los alimentos en 3 grandes categorías. Metafóricamente hablando el principio consistiría en ordenar la gran cantidad de recursos a nuestro alcance (todos los alimentos) en tres cajones. El orden facilita la acción. Tener todos los alimentos repartidos en 3 cajones hará más fácil la elaboración del menú. Veamos cuáles son esos tres grupos.

ALIMENTOS PRIMARIOS

Los alimentos primarios son la base de la alimentación, lo que nos sustenta, aquello que nos mantiene vivios en una situación de emergencia como podría ser una guerra. Son la base que figura en el centro de incontables culturas como por ejemplo el trigo, la cebada y la avena en Europa, el arroz en Asia o la quinoa y el amaranto en latinoáamérica. Incluye también las legumbres y otros alimentos como la patata, la yuca y el taro (patata de Japón). Los alimentos incluidos en esta categoría comparten las siguientes características: las podemos obtener en nuestro entorno cercano, son económicos, nos permiten sobrevivir, aportan nutrientes, se pueden almacenar, podemos prepararlos de muy diversas formas y tienen un sabor dulce que nos nutre y satisface. Nuestro organismo sabe lo que es y qué hacer con ello; durante 10.000 años la humanidad ha estado alimentándose de  estos alimentos.

ALIMENTOS SECUNDARIOS

Los alimentos secundarios son aquellos que añadimos a los primarios en pequeñas cantidades. De esta manera damos variedad a los platos y los complementamos nutricionalmente.  Aquí se incluyen productos derivados de los cereales, algas, fruta, proteína animal (carne, pescado, huevos), frutos secos, semillas y condimentos… En esta categoría surge la controversia de los produtcos animales, ¿tomar más o menos carne, pescado, huevos, etc? La costumbre nos lleva a tomar casi a diario este tipo de alimentos, pero recientes investigaciones y las culturas más longevas del planeta nos sugieren que los tomemos en pequeñas cantidades. Puedes ampliar este tema consultando las entradas del blog tituladas:

ALIMENTOS DE PLACER

Los alimentos de placer satisfacen otras dimensiones de nuestro ser. Es importante mantener un equilibrio global y no sólo de una sola parcela como podría ser la física. ¿De qué sirve un cuerpo sano si nos enfadamos al no poder tomar nuestro dulce de infancia favorito o decimos “no” a una cena de amigos por ser en un restaurante? Macrobiótica no trata sólo de un cuerpo sano, sino de una totalidad sana y en equilibrio. En ocasiones una parcela de nuestro ser, por ejemplo la física, ayuda a equilibrar otra, como por ejemplo la psicológica o la social. Tened en cuenta que el equilibrio del que habla la macrobiótica moderna se refiere al equilibrio global. Por esa razón en el menú diario se incluye una pequeña cantidad de “todo lo que tú quieras”.  Sólo dos apuntes más sobre esta categoría: (1) Si es posible elige la máxima calidad; (2) Si estás tratando alguna enfermedad reduce la cantidad y/o espera hasta estar mejor.

El realizar está división en 3 cateogrías ya nos orienta bastante acerca de cómo elaborar nuestro menú diario. Si queremos avanzar un paso más, entonces podemos aplicar porcentajes a cada una de ellas. El consultor macrobiótico  Verne Varona recomienda las siguientes:

  • 70-75 % de alimentos primarios. Lo podemos desglosar en 35% verduras, 30% cereales integrales, 5-10% legumbres
  • 25-30 % de alimentos secundarios. Lo podemos desglosar en 5% productos derivados de los cereales, 5-10% proteína animal, 15-20% otros alimentos secundarios (algas, aceites, frutos secos, fruta, bebidas, etc.)
  • 5% alimentos de placer: una pequeña cantidad de todo aquello que te apetezca

Con principios como este hacemos la realidad un poco más manejable. Muchas veces me veo inundado de información y yo mismo me digo “Vale, lo entiendo. Todo esto es perfecto, ¿pero cómo diablos lo llevo a la práctica?”. En los años que llevo rodeado de libros he aprendido dos cosas que me ayudan: (1) Simplifica la teoría para llevarla a la práctica. La teoría es útil porque nos guía en un mundo real. Un ejemplo: Llegas a una ciudad nueva buscando una dirección, ¿te ayudaría una persona que te describiese al detalle el camino que has de hacer hasta llegar a tu destino, incluyendo lo que tienes que hacer en el caso de que… el semáforo se ponga en rojo, un viandante cruce la calle, llueva, no encuentres aparcamiento, pinches una rueda…? ¿O te ayudaría más alguien que en cuatro frases te dice cómo llegar? El segundo caso es lo que hemos hecho aquí, dividiendo los alimentos en tres categorías; y (2) Introduce los detalles durante la práctica, una teoría llena de detalles no nos indica de forma clara cuál es el camino. En una situación real los detalles caen por su propio peso. Siguiendo nuestro ejemplo, no haría falta incluir en las indicaciones qué hacer si un semáforo se pone en rojo o un peatón cruza la calle, automáticamente frenaríamos.

La teoría macrobiótica es una herramienta crucial para desenvolvernos en un entorno real y cambiante; léela, estúdiala, pero no dejes de vivir en la realidad.

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A pesar de la macrobiótica come proteínas

Pasar de una alimentación convencional a una macrobiótica en ocasiones representa un shock para el organismo debido a la reducción brusca en la ingesta de proteínas. El cuerpo entonces se resiente y un estado de debilidad progresiva va apoderándose poco a poco de nosotros.

La macrobiótica tradicional tal y como comenzó a difundirse en Occidente estuvo concebida como una dieta para desintoxicarse de un modo de vida imperante en el que ya habíamos comenzado a “desconectar” de la naturaleza. De ahí que las recomendaciones siempre fuesen “menos proteínas”, “menos grasas”. No era de extrañar que los primeros consultores macrobióticos nos insistiesen una y otra vez en esas cuestiones, ya que realmente se tomaban demasiadas proteínas y demasiadas grasas, y lo que es aún más importante, de mala calidad.

Hoy en día existe un movimiento social importante en pro de una alimentación consciente, donde se cuida el proceso por el que se obtienen los diferentes alimentos. Se reducen los pesticidas, se cuida que los animales vivan en buenas condiciones, se intenta no abusar de la comida basura, etc. Al mismo tiempo la información proveniente de la nutrición está cada vez más al alcance de la población. Los productos bio u orgánicos son cada vez más familiares. Todos estos elementos cambian el significado de las recomendaciones de los primeros consultores macrobióticos. Ya no sería tan necesario “gritar” a la población en general que no se coman proteínas y grasas, sino que se coman de calidad. Y a la comunidad macrobiótica, vegetariana y vegana en particular habría que sugerirles que estuviesen atentos a los signos y síntomas que pudiesen indicar deficiencias (fatiga, bajo estado de ánimo, malas digestiones, hambre voraz, pérdida de peso, etc.)

En determinadas situaciones y de forma temporal puede ser útil privarse de proteínas, pero para una persona sana, cuya vida diaria le exige batallar de principio a fin, es indispensable un buen aporte de estas sustancias. Las proteínas son necesarias para sintetizar los enzimas que participan en la digestión, para formar varios tipos de hormonas, agentes inmunológicos que nos defienden contra las infecciones y células que transportan sustancias por nuestro organismo, como por ejemplo la hemoglobina.

Un exceso de proteínas nos puede provocar problemas como una hiperactividad del sistema inmune, problemas hepáticos o la desmineralización de los huesos, pero este exceso es poco probable en alguien que comience a alimentarse con conciencia, a reducir el exceso de productos animales, a comer algo más bio y basarse en plantas como recomiendan ya muchos investigadores (ver la entrada 8 principios para una alimentación macrobiótica y otras entradas relacionadas con el libro “El Estudio de China”). Montse Bradford sugiere que aquel que pasa de una dieta animal a una dieta basada en plantas debe consumir más cantidad de proteínas en cada comida pues  “no podemos pretender comer el mismo volumen de carne que de tofu. Es incomparable. Y ese es un error muy común que muchas personas comenten al comenzar la transición a proteínas vegetales”.

¿Cuántas veces al día deberíamos tomar proteína?

La misma autora recomienda tomar proteína dos veces al día, variando los alimentos ricos en ellas. Una pauta estándar sería la que sigue:

  • Seitán: 3-5 veces por semana
  • Tofu: 3-4 veces por semana
  • Tempeh: 1-2 veces por semana
  • Legumbres: 3-4 veces por semana
  • Pescado: 3-4 veces por semana

En cuanto a las cantidades desaconseja dar números ya que muchas personas siguen la información de forma rígida y matemática y dejan de oír a su propio cuerpo. Aún así comenta que 3-4 rodajas de seitán, tofu o tempeh podría ser una cantidad para orientarse. En relación a las legumbres, una buena porción sería 200g de ellas una vez ya cocinadas.

Para poder llevar a la práctica lo sugerido en esta entrada, terminaremos con una receta sencilla de seitán extraída de “El libro de las proteínas vegetales” de la experta en macrobiótica M. Bradford. El seitán podéis conseguirlo en casi cualquier herboristería. Se vende en paquetes de unos 300 grs. y cuesta alrededor de 4 euros.

Seitan alimento en macrobiótica
Paquete de seitán, una alternativa macrobiótica a la carne

Ingredientes para 2-3 personas:

  • 1 bloque de seitán cortado a tiras finas
  • 2 cebollas cortadas finas
  • 3 zanahorias cortadas en palitos finos
  • 1 cucharadita de semillas de sésamo tostadas
  • aceite de oliva
  • sal marina, shoyu
  • menta fresca picada
  • 1 cucharadita de ralladura de naranja

Elaboración:

(1) Saltear la cebolla con aceite de oliva y una pizca de sal; (2) Añadir los palitos de zanahoria y el seitán. Cocinar a fuego lento durante 10-15 minutos. Añadir un poco de agua si fuese neceario para que lo ingredientes no se quemen; (3) Añadir shoyu, probar con 2 cucharadas soperas y añadir más según gustos de cada cual; (4) Mezclar la menta, la ralladura de naranja, las semillas de sésamo y servir

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Kuzu, remedio macrobiótico por excelencia

En la zona donde vivo existe un remedio tradicional para la diarrea y las molestias estomacales. Consiste en hervir arroz blanco en bastante agua hasta que esta se espesa. Se cuela y el caldo resultante, también llamado “sustancia”, se da al enfermo. Este remedio corta la diarrea y mejora la condición del aparato digestivo en el caso de que esté alterada.

Estudiando macrobiótica aprendí otro remedio para la mejora del aparato digestivo: el kuzu. Su nombre es extraño pero la forma de utilizarlo sencilla. El kuzu proviene de las raíces de un árbol, que al molerlas y lavarlas repetidas veces, y tras un período en que se dejan secar, quedan como pequeñas piedras blancas.

kuzu remedio en macrobiótica
Este es el aspecto que tiene el kuzu cuando lo adquirimos. Viene en bolsitas pequeñas que suelen costar alrededor de 6 ó 7 euros

¿PARA QUÉ SIRVE EL KUZU?

El kuzu sirve en general para tratar los desequilibrios del sistema digestivo. Olga Cuevas, doctora en Ciencias Químicas y especialista en Nutrición y Salud, recomienda el kuzu para los siguiente casos:

  • Para regenerar la flora intestinal. Esto viene muy bien en caso de haber sido tratado con antibióticos durante un tiempo. Los antibióticos destruyen la flora intestinal, dificultando así la absorción de los nutrientes
  • Para ayudar a “descargar” al hígado. Esto hace mejorar condiciones como dolor articular, hepatitis, cirrosis y alcoholismo
  • Para desinflamar los intestinos y mejorar así los síntomas que pueda provocar dicha inflamación: diarreas, colitis, tifus, enfermedad de Crohn, etc.
  • Para los problemas de pulmón cuyo origen es la debilidad en el intestino grueso, algunos casos de asma y bronquitis
  • Para tratar el alcoholismo, ya que reduce los síntomas de la abstinencia

¿CÓMO UTILIZAR EL KUZU?

En primer lugar disolvemos una cucharadita de kuzu en un vaso de agua. Después lo ponemos a calentar sin dejar de mover. Cuando el agua pasa de blanca a transparente ya lo tenemos listo. Dejamos enfriar unos momentos y tomamos caliente.

Kuzu al cocinarlo en macrobiótica
La macrobiótica te enseña a usar el kuzu. Antes de cocinarlo (arriba), después de cocinarlo (abajo)

Podemos elaborarlo con agua o bien con zumo de manzana si lo queremos dulce. En caso de quererlo con un punto salado podemos añadirle unas gotas de shoyu, o incluso un poquito de pasta de umeboshi. El kuzu también puede usarse en la cocina, principalmente como espesante, pero al resultar muy caro (todo el kuzu en España es de importación) suelo reservarlo para el uso medicinal.

Un remedio macrobiótico muy conocido es el ume-sho kuzu indicado para alergias, anemia, piel atópica, colitis, diarrea, diabetes, fatiga y otros desórdenes. Michio Kushi y Alex Jack afirman que “esta bebida fortalece la sangre, promueve la buena digestión y devuelve la energía”. Dan las siguientes instrucciones para su elaboración:

  1. Disuelve una cucharadita de kuzu en 2-3 cucharadas de agua. Añade al kuzu disuelto 1 vaso de agua
  2. Pon a hervir el agua con kuzu. Mueve constantemente hasta que el agua sea transparente
  3. Añade media ciruela de umeboshi o media cucharadita de pasta umeboshi. Baja el fuego al mínimo
  4. Añade varias gotas de shoyu y mueve suavemente
  5. Hierve 2-3 minutos a fuego lento y sirve. Tómalo mientras aún esté caliente
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Longevidad, consecuencia de una vida macrobiótica

centenarios y macrobiótica
La longevidad es el resultado inevitable de una vida macrobiótica. Angelino Cabras, 101 años. Foto: rtve.es

En octubre de 2012 se emitió en televisión española un documental sobre la longevidad: “El Misterio de los Centenarios”. El significado literal de macrobiótica es “una larga vida” o “el camino de la longevidad” y bajo ese término se agrupan un conjunto de prácticas (alimentación, estilo de vida, psicología, etc.) que nos hacen disfrutar más de la vida, tanto a lo ancho como a lo largo. En este documental podemos ver algunas de estas prácticas llevadas a cabo por centenarios de la isla japonesa de Okinawa, la comunidad adventista de La Loma (California), la isla de Cerdeña y la región francesa de Bayona.

 

 

El documental comienza con el pueblo japonés de Ogimi, en la isla de Okinawa. En este pueblo un tercio de la población tiene más de 65 años. En 1995 fue nombrado pueblo mundial de la longevidad. ¿Qué hacen en ese pueblo? ¿Podemos aprender algo de ellos? Aquí van algunas pistas:

ACTIVIDAD FÍSICA

Su estilo de vida es muy activo. La mayoría de ellos tiene su propio huerto al que le dedican una buena parte del día. También acuden a clases de gimnasia 4 veces por semana, donde a parte del ejercicio practican al arte de ser felices juntos.

Se mueven porque todos ellos tienen una razón para hacerlo. El gerontólogo Carig Willcox comenta a este respecto:

Todos los centenarios que he conocido aquí en Okinawa tienen una especie de razón para vivir, tienen lo que aquí se denomina Ikigai, algo como una fuerza que les hace levantarse de la cama todas las mañanas. Cuando tienes 100 años cada nuevo día es un regalo.

APOYO SOCIAL

En Ogimi la vida en comunidad es muy importante. Existen grupos de personas que se reúnen con frecuencia y donde se ofrecen entre ellos apoyo social, afectivo e incluso económico. Practican de este modo el arte de ser felices al igual que hacen en las clases de gimnasio.

El apoyo social está relacionado con menores niveles de depresión y enfermedades como las cardiopatías, el cáncer o el alzheimer, lo cual podría explicar su contribución a alargar la vida.

ALIMENTACIÓN

Su alimentación consiste en cantidades pequeñas de verduras, tofu, arroz y pequeñas cantidades de pescado y carne, muy similar a la propuesta macrobiótica. Craig Willcox afirma que su alimentación es un auténtico laboratorio de medicina preventiva, “es una dieta muy baja en calorías pero nutritiva y energética a la vez”. Y continúa:

Durante muchos años los habitantes de la isla no tuvieron acceso a alimentos más nutritivos, eran pobres y sus fuentes de calorías escasas. Cultivaban boniatos y se alimentaban de verduras frescas, sopas, tofu, judías, un poco de pescado  y un poco de carne. Es la alimentación ideal para vivir mucho tiempo y con buena salud, es decir, con pocas probabilidades de contraer enfermedades o patologías propias del envejecimiento.

Además del tipo de alimentos que consumen también ha de destacarse el modo en que comen. Siguen la regla de Confucio: “Come despacio hasta llenar el estómago el 80%, después para”. Esta constituye una regla vital para disfrutar de una larga vida y buena salud.

Los centearios tiene importantes lecciones que enseñarnos, lecciones imprescidibles para dar nacimiento a un nuevo mundo donde la salud y el equilibrio predominen. Centenarios de distintos puntos del mundo están ahí con un mensaje, tengamos oídos para ellos. Makoto Suzuki, cardiólogo japonés dice:

Si seguimos con este estilo de vida las consecuencias pueden ser catastróficas, pues podría provocar un declive de la longevidad en todo el país y es ahí donde los centenarios deben jugar un importante papel. El estilo de vida de los centenarios que se puede calificar de tradicional, es de hecho muy beneficioso para la salud, creo que debemos enseñar la forma de vida y la cultura de los centenarios de Okinawa a los jóvenes en todos los niveles escolares. En la escuela primaria, en los institutos y en la universidad. Los centenarios tienen mucho que enseñarnos y deberían hacerlo no sólo en esta isla sino en todo Japón, incluso en países extranjeros.

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