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¿Qué diría George Ohsawa de un dulce de Navidad?

Ohsawa y macrobiótica
George Ohsawa                                                  Principal difusor de la macrobiótica en el siglo XX

La alimentación macrobiótica se caracteriza por evitar  el consumo de algunos alimentos, como por ejemplo:

  • Las carnes, especialmente las rojas
  • La leche y los productos lácteos
  • El azúcar y alimentos que la contengan

¿Por qué no tomarlos?

Porque todos estos alimentos pertenecen a un extremo u otro del continuo energético yin-yang, o lo que es lo mismo, energía expansiva-energía contractiva. Comer habitualmente alimentos extremos lleva, tarde o temprano, a desequilibrios que pueden manifestarse a través de nuestro cuerpo o nuestra mente. Además de este motivo encontramos otros adicionales:

CARNE

El consumo habitual de carne se relaciona con enfermedades como el cáncer y los accidentes cardio-vasculares. Contiene gran cantidad de sustancias químicas añadidas para su conservación: nitritos, nitratos y sulfitos. Producción de ácido úrico, cuya presencia se relaciona con dolencias como la artritis, la neuritis y la gota. Genera sustancias tóxicas que pasan a la sangre a medida que permanecen en nuestros intestinos. Post que relaciona el consumo regular de carne con una vida más corta: Menos carne y más vida con macrobiótica.

LECHE Y PRODUCTOS LÁCTEOS

La leche y los alimentos lácteos contienen sustancias químicas derivadas de los medicamentos y hormonas suministradas a los animales, cuyas condiciones en las que viven a menudo son penosas. Es un alimento “diseñado” para otra especie, con una proporción de nutrientes no conveniente para los humanos. Algunas de sus sustancias provocan cada vez más alergias e intolerancias entre la población mundial, por ejemplo, la  caseína y lactosa (para ampliar ver: Macrobiótica sin leche)

AZÚCAR

Y el azúcar tiene una falta absoluta de nutrientes, por ello se dice que los alimentos que la contienen son “calorías vacías”.  Tiene un efecto acidificante en el organismo y nos roba los minerales necesarios para otras funciones vitales del organismo. Su consumo habitual se relaciona con el cáncer, la diabetes y la obesidad. Para más información ir a los posts: Por qué NO-azúcar en macrobiótica y Supera la adicción al azúcar con macrobiótica.

Todos estos datos nos pueden hacer pensar que la persona macrobiótica perfecta evitaría completamente el consumo de azúcar, leche, carne y otros “alimentos prohibidos”, lo que nos puede llevar a un sentimiento de culpa si en algún momento nos damos un “gusto”. ¿Pero es eso verdad? ¿Qué diría Geroge Ohsawa, principal difusor de la macrobiótica en el siglo XX, al vernos tomar un dulce?

Para dar respuesta a esta pregunta os transcribiré un fragmento dictado por Michio Kushi en 1974,  una auténtica pieza de museo:

ESTUDIANTE: ¿Podemos trasnformar la comida de mala calidad?

MICHIO: Si comemos una pequeña cantidad, sí. Si masticamos muy bien, sí. Incluso chocolate o helado, si lo masticamos muy bien y sólo comes una pequeña cantidad, de vez en cuando… entonces está bien.

A menudo George Ohsawa, después de sus clases, acudía a una cafetería… Él y yo [Michio Kushi] nos sentabamos juntos. Yo nunca pedía primero. Esperaba para ver qué pedía él. Él pedía, por ejemplo, tarta de queso. Entonces, yo pedía tarta de queso. Era una manera de evitar su ataque. Entonces él empezaba a comer con una gran sonrisa, comentando lo buena que estaba la tarta. Y me miraba y decía: “Michio, estás comiendo demasiado yin”.  Y yo pensaba: “¿Pero… si es la misma tarta de queso? ¿Y aún así yo estoy comiendo muy yin y él no? No lo entiendo”. Pero él estaba hablando sobre la forma de comer.  ¿Mastiqué la tarta de queso 100 veces? No, no lo hice, pero él sí. Esa es la diferencia.

El que hayan alimentos nada recomendados en macrobiótica no quiere decir que no los comamos nunca o que nos obsesionemos y les hagamos la cruz como si de vampiros se tratasen. Una dieta macrobiótica es una dieta flexible, donde consumimos alimentos centrales a diario (cereales en grano, legumbres, verduras, semillas, etc.) y hacemos breves incursiones en otros más extremos (pescado, carne, lácteos, dulces, etc.). De esta manera, se respetan varias áreas de nuestra vida al mismo tiempo y se consigue un equilibrio global aún mayor.

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Lo que Harold McGee nos cuenta sobre las legumbres

Las legumbres siempre estarán en el corazón del famoso químico culinario Harold McGee. Por ellas ha dedicado su vida a la ciencia de la cocina.

Hace más de 30 años, un amigo preguntó en voz alta porque las legumbres le daban tantos gases, algo que le impedía disfrutar de una de sus pasiones: arroz con alubias rojas. La pregunta fue tan buena y divertida -cuenta Harold- que tuvo que ir inmediatamente a la biblioteca en busca de una respuesta. Allí descubrió que la mayor parte de la información provenía de un estudio que la NASA había realizado, pues los gases podían comprometer la calidad del aire de las cápsulas espaciales. A partir de ese momento, quedó prendado de la combinación “química+cocina”.

Harold McGee nos aporta conocimientos fundamentales y generales. No son recetas, ni un estilo específico, sino lo que la ciencia nos enseña acerca de la alimentación. En la entrada de hoy quisiera compartir con vosotros lo que este autor nos cuenta sobre las legumbres, parte importante de la cocina macrobiótica.

MEDIDAS DE HIGIENE Y SEGURIDAD

  • Las legumbres se conservan perfectamente en seco, al igual que los cereales, pero una vez que se han cocinado pueden acoger gran cantidad de bacterias. Para evitarlo no mantener legumbres cocidas a temperatura ambiente más de 4 horas. Mantenerlas a 55ºC o superior, o bien refrigerarlas.
  • Si las las preparas para un plato que has de llevarte fuera de casa, como por ejemplo, una ensalada con legumbres, añádele un  ácido (unas gotas de limón o vinagre podría bastar) ello inhibirá el crecimiento bacteriano. Si se te olvida un plato durante toda la noche, al día siguiente tíralo porque ha desarrollado toxinas resistentes al calor.
  • El consumo de habas puede hacer que algunas personas enfermen: favismo. Vigila que no sea tu caso.

PARA REDUCIR LOS GASES

Para reducir el gas intestinal que producen las legumbres se nos recomienda:

  • Elegir cuidadosamente el tipo de legumbres. Los garbanzos, la alubias negras y las lentejas contienen menos sustancias difíciles de digerir que la soja o las alubias blancas.
  • Poner las legumbres a remojo toda la noche con bastante agua.
  • Si no te acuerdas de ponerlas toda la noche a remojo, puedes probar con esto: Pon las legumbres en agua abundante a temperatura ambiente, enciende el fuego y cuando empiece a hervir para el fuego, tápalas y déjalas reposar durante 1 hora. Después tira el agua y cocinarlas como de costumbre.
  • Para saber más y reducir los gases que nos provocan las legumbres, puedes visitar los comentarios de la entrada Dieta macrobiótica sin gases; encontrarás 10 consejos que te ayudarán.

QUÉ SABER A LA HORA DE COMPRAR LEGUMBRES

  • Intenta comprar las legumbres más recientes. Mira los paquetes y evita aquellos donde veas legumbres rotas o descoloridas. Las legumbres antiguas, cultivadas en un clima caluroso y seco, o almacenadas durante mucho tiempo pueden desarrollar el defecto  “duro-de-cocinar” que convierte a las legumbres en imposibles de ablandar, aunque las tengamos en la olla 3 ó 4 horas.  No tiene remedio, hay que encontrar otra marca.
lentejas en macrobiotica
Revisa el paquete y asegúrate que no hay legumbres rotas o descoloridas
  •  Guárdalas en un sitio seco, frío y oscuro. El calor y la humedad puede causar también el defecto “duro-de-cocinar” y hacer que se echen a perder.
  • Intenta comprar legumbres de buena calidad. Aunque son más caras pero comparándolo con otras compras (pescado, carne, vino, etc.) suele salir bien.
  • Las legumbres en botes son muy prácticas pero no suelen saber tan bien como las frescas. Las legumbres en conserva han estado calentadas a altas temperaturas, pueden haber perdido sabor y cualidades nutritivas. Elige las marcas con menos aditivos y menos cantidad de sal. Si aún así las encuentras muy saladas, puedes enjuagarlas y tenerlas durante 1 ó 2 horas en remojo con agua caliente.
garbanzos y macrobiotica
Para que nuestra cocina macrobiótica no pierda calidad, úsalos en los momentos justos ¡Qué no te venza la comodidad!

 LO BÁSICO PARA COCINAR LEGUMBRES

Las legumbres se cocinan de forma muy simple: se lavan, se ponen a remojo, se colocan en una olla con agua y otros ingredientes y se cuece hasta que estén blandas.

Para que las legumbres queden blandas hay que tener en cuenta:

  • Ponerlas a remojo la noche anterior con agua. Se puede añadir 10 gramos de sal por litro de agua.
  • La sal no endurece las legumbres o dificulta que se ablanden, pero sí puede enlentecer su cocinado. Si la sal la añadimos al agua del remojo, acelera su cocinado. Si la añadimos al agua con que las cocinamos, sin haberlas puesto a remojo, enlentecerá la absorción de agua de la legumbre y esta tardará algo más en estar en su punto. Este tema es  importante ya que en macrobiótica tradicional se insiste en no añadir sal al agua para que las legumbres no se endurezcan.
  • El agua dura (alta en calcio) dificulta que las legumbres se ablanden. Prueba con agua mineral.
  • Elige una olla lo suficientemente amplia como para que las legumbres puedan disponerse en una fina capa, así se calientan todas por igual.
  • Añade el agua suficiente para que la absorban las legumbres y aún quede una poca en la que queden sumergidas. Como referencia: Para legumbres sin remojar la proporción es 2 de agua por 1 de legumbres. Para las legumbres que ya han sido remojadas: 1 de agua por 1 de legumbres.
  • Para preservar el color en las legumbres negras y rojas, no pongas demasiada agua. Empieza cubriendo apenas las legumbres y ve añadiendo agua caliente cuando lo necesite.
  • Para evitar que se destrocen: ponerlas a remojo, llevarlas a ebullición progresivamente y no hervirlas demasiado rápido. Una vez cocinadas, dejarlas enfriar un poco y que se asolen con el resto del líquido

Los conocimientos que he aprendido de McGee no los he encontrado en ningún curso de macrobiótica, y sin embargo, son fundamentales para una buena cocina. ¡Enriquece con ellos tu macrobiótica!

 

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Los pilares de una vida macrobiótica

Algunas cosas de las que hacemos a lo largo del día condicionan los contenidos de nuestra experiencia. Hace unos días advertí que si me aseguraba de realizar dos o tres cosas específicas al día, todo lo demás iba a ir mejor. ¿Qué cosas eran esas?

1. DORMIR

Me dí cuenta que si dormía cada día 8 horas, mi estado de ánimo era mejor, mi concentración y lucidez me permitían desempeñar mi trabajo con más eficacia, mi cuerpo llegaba recuperado a la siguiente sesión de entrenamiento. En el inicio del día, es decir, los primeros instantes después de abrir los ojos, llegaban sensaciones de bienestar, generales y difíciles de verbalizar. Estas sensaciones las recuerdo de la infancia y ahora han vuelto.

2. HACER EJERCICIO

El hacer ejercicio, en mi caso musculación, me estabiliza el ánimo, me permite estar más horas en la mesa de estudio, me abre el apetito, mi digestión mejora, incluso en los momentos de fatiga existe bienestar, el bienestar del cuerpo cansado al que se le permite descansar. Mediante el ejercicio físico entreno mi voluntad, pues cada repetición, cada serie, cada ejercicio supone tener que contestar a una pregunta: ¿A dónde quieres llegar?

3. CUIDAR LA DIETA

Cuando cuido mi alimentación existe más equilibrio y estabilidad en muchas otras áreas: en las relaciones personales, en mi humor, en mis pensamientos y emociones, en mi organismo. Para mi, cuidar la dieta significa comer cereales, verduras, legumbres… aquellas recomendaciones generales de la macrobiótica más algunos ajustes de mi caso particular.

¿Cuándo descuido mi alimentación?

  • Cuando por trabajo o falta de organización me salto comidas.
  • Cuando tomo azúcar refinado en dulces u otros alimentos.
  • Cuando me dejo llevar por un apetito voraz.
  • Cuando intento compensar emociones negativas con la comida; comiendo demasiado, rápido o sin masticar correctamente.
  • Cuando ceno muy tarde.
  • Cuando por prisas no me preparo un tentempié para pasar la mañana o la tarde y no como nada o cojo lo primero que pillo.
  • Cuando por distracciones no bebo lo que debo.

Al darme cuenta de que estas practicas han permitido cambios en los demás contenidos de mi vida me he concentrado en hacerlas bien. Ya no tengo que preocuparme por un montón de cosas, basta con centrarme en tres: dormir, hacer ejercicio y cuidar lo que como. Estas tres cosas permiten que exista paz, un buen estado de ánimo, sensaciones de bienestar, concentración y lucidez. A medida que vaya dominando estas 3 áreas, mi atención podrá dirigirse a otras áreas que aporten aún más equilibrio. Algunas de las que se me ocurren podrían ser: meditar, pasar más tiempo con la gente a la que quiero, pasear por el parque, la playa o la montaña, escribir un diario…

¿Cuáles son los pilares de tu vida?

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La macrobiótica se ocupa del terreno

“Un sembrador salió a sembrar. Al esparcir la semilla, una parte cayó junto al camino; fue pisoteada, y los pájaros se la comieron. Otra parte cayó sobre las piedras y, cuando brotó, las plantas se secaron por falta de humedad. Otra parte cayó entre los espinos que, al crecer junto con la semilla, la ahogaron. Pero otra parte cayó en buen terreno; así que brotó y produjo una cosecha del ciento por uno”

Parábola del sembrador. Lc 8:4-15

Muchas enfermedades surgen porque el organismo presenta las condiciones ideales para su desarrollo, de la misma manera que una semilla crece si las condiciones son favorables. La medicina actual se centra en las enfermedades ignorando el terreno, lo que contribuye a no encontrar remedios definitivos contra muchas de nuestras dolencias.  Si no disfrutamos de un terreno en buen estado, cualquier virus o bacteria puede causar estragos, y hay miles de ellos. La medicina actual no está equivocada, pero deja fuera una parte importante que la macrobiótica contempla: El terreno.

¿Cómo cuidar el terreno para que el propio organismo pueda combatir las enfermedades y/o ayudar al tratamiento médico si este fuese necesario?

Un terreno en buen estado goza de varias características, en este post y ayudados por el libro de Odile Fernández, Mis recetas anticáncer,  desarrollaremos 3 de ellas:

EL SISTEMA INMUNE

El sistema inmune es el ejército que nos protege de las invasiones externas así como de los rebeldes de nuestro propio bando. Un sistema inmune fuerte significa frenar a tiempo revueltas indeseadas. A lo largo del día estamos haciendo cosas que lo debilitan o lo fortalecen, veamos algunas de ellas:

  • Nuestras emociones influyen en el funcionamiento de algunas de las células inmunitarias. En un estudio con mujeres de cáncer de ovario se comprobó cómo el estrés, la angustia y la falta de apoyo social hacen que las natural killer (un tipo de célula de nuestro sistema inmune) sean poco activas y en consecuencia los tumores más agresivos. Por otro lado, las intervenciones psicosociales que enseñan a los pacientes con cáncer a manejar el estrés han demostrado ser muy positivas, mejorando la actividad de las natural killer y ofreciendo un pronóstico favorable de evolución del cáncer. 
  • Existen fármacos que, paradójicamente, inhiben a las células inmunitarias: corticoides, quimioterapia.
  • Otras sustancias estimulan al sistema inmune. Las sustancias más potentes hasta ahora encontrados son los betaglucanos, extraídos en laboratorio de las algas y las setas; incorpóralas a tu dieta!
  •  Una alimentación occidental, con gran cantidad de grasas, azúcar y alimentos procesados, inhibe el sistema inmune.
  • Una alimentación basada en alimentos naturales, rica en fruta, verdura, cereales, legumbres, frutos secos, etc. estimula el sistema inmune. En este sentido la macrobiótica representa un modelo de dieta adecuado.
  • La falta de ejercicio físico debilita el sistema inmune, mientras que el ejercicio moderado lo estimula. El ejercicio físico intenso que supone una carga excesiva para el organismo debilita el sistema inmune.
  • El apoyo social favorece al sistema inmune, por el contrario, el aislamiento lo inhibe.

LA INFLAMACIÓN

Un terreno inflamado de forma crónica favorece la aparición de enfermedades. La inflamación es un proceso natural y necesario para la reparación de nuestros tejidos, pero una inflamación crónica hace que los tejidos se irriten provocando síntomas molestos. Se ha demostrado que la inflamación crónica favorece la aparición del cáncer. ¿Qué provoca la inflamación crónica?

  • Infecciones crónicas como por ejemplo: infecciones del tracto intestinal por helicobacter pylori, prostatitis, enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa), virus del papiloma humano.
  • Exposición continuada a tóxicos: humo de tabaco, amianto, y otros.
  • La vivencia continuada de emociones como la ira, la envidia, el resentimiento, ansiedad o estrés.
  • Una alimentación basada en alimentos procesados ricos en azúcares, grasas saturadas, omega 6 y grasas trans. Una alimentación pobre en verduras y fruta.

Para evitar la inflamación crónica del organismo aquí hay algunas cosas que podríamos hacer:

  • Acudir al médico cuando detectemos algún tipo de infección para poner tratamiento cuanto antes y no cronificarla.
  • Controlar el ambiente al que estamos expuestos. Evitar en lo posible el humo de  tabaco, el humo de los coches y las radiaciones electromagnéticas.
  • Mantener un estado en calma. Si quieres saber algunas pistas de cómo conseguirlo puedes visitar la entrada Un enfoque macrobiótico de la forma y el espacio.
  • Evitar los alimentos inflamatorios, que son: la carne, los productos lácteos, los huevos, el aceite de soja, maíz y girasol, la margarina y mantequlla, el maíz, las patatas, las harinas refinadas, el arroz blanco, los helados, productos que contengan azúcar blanco, azúcar moreno, miel, sirope de arce y glucosa.
  • Introducir en la dieta alimentos antiinflmatorios: pescado azul, frutos secos y semillas, especias y hierbas aromáticas, verduras, algas y setas, fruta y bebidas como el té verde o el vino tinto.

EL pH

Un pH entorno a 7,35 favorece que todas las funciones de nuestro organismo se lleven a cabo correctamente. El pH, o nivel de acidez-alcalinidad, es una variable puesta de moda recientemente, ya que gente famosa está siguiendo una dieta basada en este valor (más en el post: La macrobiótica está de moda). Es una variable que se relaciona con las dos anteriores, pues un estado ácido inhibe el sistema inmune y favorece la aparición de inflamación.

¿Qué hacer para tener un pH entorno a 7,35, es decir, ligeramente alcalino?

  • Evita comer gran cantidad de alimentos acidificantes como son la carne, el embutido, los huevos, los cereales y el azúcar blanco.
  • Incorpora a la dieta alimentos alcalinizantes, especialmente las verduras de hoja verde. También otros alimentos como almendras, castañas, uvas pasa, dátiles y aceites de primera prensión en frío.
  • Cuida tu estilo de vida, evitando el estrés, el dormir poco y la falta de ejercicio.

Si quieres ampliar este tema puedes visitar las entradas siguientes:

En muchos casos las enfermedad no bajan del cielo, sino que son el resultado de muchos años de un terreno abonado para ello. Con la entrada de hoy hemos intentando tomar conciencia de ello y saber qué cosas podemos hacer para tener un terreno repleto de salud.

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Masticar: Una solución para el malestar emocional

macrobiótica y malestar emocional
Descubre qué sucede al masticar conscientemente cada bocado. La macrobiótica no es sólo nutrición.

Existen dos maneras diferentes de abordar el malestar emocional: (1) Dirigiendo nuestra atención hacia fuera. Es el modo que nos han enseñado desde pequeños. Te sientes mal, buscas la causa “ahí fuera” y la cambias. (2) Otra forma: Te olvidas de todo y te centras en ti mismo. Nadie nos habló acerca de ello cuando estábamos creciendo.

Jiddu Krishnamurti solía decir que la solución a un problema está en el problema mismo, no fuera de él. ¿A qué se refería con ello?  ¿Y que relación tiene con el acto de masticar?

Cuando nos sentimos mal, nuestra inercia es mirar hacia fuera, dirigir nuestra atención hacia todo lo que no es el malestar emocional. Miramos nuestras relaciones, nuestra situación laboral, nuestra economía, nuestra conducta,… todos son candidatos a los que colgar el cartel de “Soy la causa de tu malestar”. Si logro averiguar cuál es la causa y la arreglo, dejaré de estar mal. El método a veces funciona y a veces no. Lo curioso de todo es que nunca parece ser suficiente, ya que el malestar acaba por volver al cabo de un tiempo.

¿Existe algún remedio contra el malestar emocional recurrente? Krishnamurti apunta en esa dirección. Él dice: “No mires a ninguna otra parte, quédate con lo que es, es ahí donde está la solución”. Y para quedarse con lo que es uno ha de aprender a observar sin juicio. Para observar sin juicio podemos practicar con diferentes actividades, una de ellas es la masticación (además tendremos beneficios adicionales, ver última parte de la entrada).

Cualquier actividad que realicemos de forma consciente, observando, facilitará la observación de cualquier otra cosa que ocurra en nosotros (pensamientos, emociones, sensaciones físicas, movimientos). Podemos elegir realizar alguna práctica formal, como la meditación o el yoga, pero también podemos elegir una práctica cotidiana como lavar los platos, caminar hasta el lugar de trabajo, o bien, masticar.

Masticar conscientemente nos permitirá ser testigos sanadores de nuestro malestar emocional. Recuerdo que en una ocasión, estando en la escuela de macrobiótica Cuisine et Santé (Saint Gaudens, Francia) tuve una riña con uno de los trabajadores. Durante la comida siguiente me centré en la masticación, cada bocado, 50 veces, cada bocado, 50 veces, conscientemente… Para mi sorpresa fui testigo de la disolución del malestar. ¡Fue tan claro el efecto de masticar conscientemente! Fue algo tan físico y real; una nube de humo deshaciéndose en el cielo.

Masticar no sólo nos ayudará a sortear con éxito períodos de malestar emocional, sino que además nos aportará las siguientes ventajas:

  • Convertirá la comida ingerida en trozos diminutos, lo que aumenta su área expuesta a las enzimas digestivas de la saliva y los jugos gástricos, mejorando así la digestión y abosorción.
  • Se producirá más saliva, la cual contiene importantes enzimas que ayudan a extraer los nutrientes del alimento y neutralizar los parásitos contenidos en la comida (prevenimos así las caries o otro tipo de infecciones). Recomendada por estas razones en el super-ventas “La Enzima Prodigiosa” (pincha para ver un resumen del libro en este blog).
  • Favorecerá el predominio del sistema nervioso parasimpático por encima del simpático, lo cual le dice a todo el cuerpo: “Ahora toca hacer la digestión, nada de distracciones ni estreses”. Todo ello tiene un efecto relajante.
  • Compensará la falta de hidratación de alimentos como panes y galletas; alimentos densos que nos obligan a beber más de lo necesario.
  • Nos permitirá extraer los sabores de los alimentos integrales como cereales y verduras. Disfrutamos más de la comida.
  • Comeremos menos, pues al tardar más tiempo en ingerir la comida percibimos antes las señales de nuestro cuerpo diciéndonos que estamos saciados. Si comemos menos perderemos peso en caso de sobrarnos unos kilos. Para más recomendaciones para perder peso puedes ir a “Un método para perder peso con macrobiótica“.
  • Estaremos más tiempo en el presente, pues al estar atentos a la masticación advertimos cuando los pensamientos y/o imágenes mentales intenten llevarnos a cualquier otro sitio.

En la macrobiótica tradicional se recomienda masticar cada bocado alrededor de 50 veces. En mi opinión esa cifra hemos de tomarla como referencia y no de forma estricta. Detrás de esa cifra se esconde la recomendación más sencilla de “mastica bien lo que comes”. En este sentido, el consultor macrobiótico Verne Varona nos sugiere que no contemos las veces que masticamos,  pues puede llegar a obsesionarnos y a comer mecánicamente. En cambio, sugiere que elijamos un día a la semana, una comida, y que mastiquemos conscientemente cada bocado, sin prisa. Los efectos de esa comida irán calando en las comidas siguientes, casi sin notarlo, de forma natural.

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