“¿Puedo tomar café si sigo una dieta macrobiótica?” Cada vez que me realizan esta pregunta recuerdo que Michio Kushi (considerado por muchos el fundador de la macrobiótica moderna) tomaba una taza de café para desayunar. Sin embargo, si acudimos a la pirámide macrobiótica que diseñó, los estimulantes no aparecen. Si acudimos a su libro The Macrobiotic Path To Total Health, el café es considerado una bebida a evitar.
¿Qué nos indica está contradicción?
En macrobiótica solemos decir que no existen alimentos prohibidos sino efectos deseables o indeseables. A largo plazo el consumo de café parece tener efectos perjudiciales para la salud, como veremos más adelante, sin embargo, en momentos concretos puede ayudarnos a conseguir lo que queremos. Veamos varios ejemplos en la vida de tres consultores macrobióticos diferentes.
1.- CAFÉ PARA CONDUCIR
Nuestro consultor nº1 nunca toma café. No lo necesita pues se levanta lúcido y con la energía suficiente para todas las tareas que implica un día de trabajo normal. Por motivos personales ha de realizar un viaje largo incluyendo la noche. Decide tomar una taza de café, como no lo toma nunca, nota sus efectos de inmediato. Conduce atento toda la noche.
2.- CAFÉ PARA SUPERAR UN PERÍODO CRÍTICO EN EL TRABAJO
Nuestro consultor nº2 habitualmente no toma café. El centro donde trabaja le exige el diseño y entrega de una nueva documentación que formará parte de nuevos procedimientos que se quieren implementar al mes siguiente. El tiempo se le echa encima, toma café a media tarde para poder vencer la tendencia natural al sueño consecuencia de todo un día prestando atención. Lo toma durante dos días y consigue cumplir los plazos de entrega.
– ALGUNOS APUNTES SOBRE LOS EFECTOS DEL CAFÉ –
El café tiene efectos negativos sobre nuestra salud y también efectos positivos sobre nuestro desempeño. En la bibliografía encontramos autores que destacan únicamente los efectos negativos. Francisco Fajardo en su libro “Dime qué comes y te diré de qué enfermarás” enumera los siguientes efectos:
– Crea adicción. Si después de una temporada tomando café lo dejo, puedo experimentar síntomas molestos como por ejemplo: dolor de cabeza, mareos, irritabilidad, nerviosismo, depresión y nauseas.
– Aumenta los riesgos durante el embarazo. Las madres que consumen cafeína durante el embarazo corren el riesgo de dar a luz a un bebé de bajo peso. El uso de la cafeína antes y durante el embarazo aumenta los riesgos de pérdida del feto. Seis o más tazas de café al día aumentan los riesgos de aborto espontáneo, especialmente durante el primer y segundo trimestre.
-Los niveles de colesterol (de baja densidad que es considerado el “malo”) y de triglicéridos aumenta notablemente si se toma 6 o más tazas de café al día.
– Las personas que consumen más de 9 tazas de café al día tienen más riesgo de padecer arritmias cardíacas, hipertensión y endurecimiento de las arterias.
– El consumo de café se relaciona con diferentes tipos de cáncer.
– Consumir más de 300mg de cafeína al día aumenta los riesgos de pérdida de calcio de los huesos, en especial de las mujeres después de la menopausia.
– El café dificulta la absorción de hierro, lo cual promueve los casos de anemia.
– El consumo de café promueve el consumo de otras drogas como por ejemplo el tabaco. En la consulta macrobiótica es habitual comprobar como la persona que toma café de forma habitual también consume tabaco.
– Si reemplazamos el agua que ingerimos por café nuestra azúcar en sangre aumenta de forma drástica y prolongada.
– En las personas más sensibles puede provocar insomnio.
Otros autores como por ejemplo Olga Cuevas tiene en cuenta lo negativo pero también lo positivo del café. Como efectos positivos destaca:
– El consumo de café tras las comidas facilita la digestión ya que la cafeína activa las secreciones gástricas y la movilidad intestinal. Pero, por otro lado, ese mismo efecto puede provocar en algunas personas ardor de estómago, diarreas o simplemente un efecto laxante y diurético.
– Durante la práctica deportiva, el hecho de haber tomado café facilita las contracciones musculares retardando la fatiga y aumentando la capacidad y la frecuencia de las respiraciones.
También encontramos positivo y negativo en las palabras que Michio Kushi escribe en su libro “The Macrobiotic Path To Total Health”:
“El café y otros estimulantes tienen efecto yin o expansivo intenso provocando que la energía en el cuerpo se acelere, contribuyendo a sentirse más despierto y estimulando así el cerebro y el sistema nervioso. Aún así, también es la causa de que el corazón lata más rápido, de que los intestinos no pierdan su capacidad de contraerse, aumenta el colesterol y debilitan la función reproductiva. Mentalmente la cafeína estímula el pensamiento, la conversación y otras actividades intelectuales y sociales, pero la mayoría de sus efectos duran poco tiempo”.
3.- EXPERIENCIA PERSONAL DE DENNY WAXMAN
Como último ejemplo he querido dejar a Denny Waxman, consultor macrobiótico americano que lleva cerca de 40 años como consultor y que en uno de sus post nos deja esta valiosa reflexión sobre el café:
Al principio no me gustaba demasiado el café. A veces me hacía sentir nervioso, mientras que otras no me dejaba dormir. Sin embargo, empecé a apreciar la estimulación mental, las ideas fluyendo y las animadas conversaciones que facilitaba el hecho de tomar café. Con los años el café se volvió una parte integral y esencial de quien yo era. Empecé a sentir que no podía enseñar o pasar consulta sin mi taza de café. Incluso sentí que era mi obligación sacar siempre lo mejor de mi. Conforme pasaban los años empecé a sentir que el café tenía otro efecto, el lado oscuro. Parecía que el café realmente me hacía sentir más cansado que energetizado.
Amaba el impacto que recibía de una buena taza de café, pero mi energía y resistencia en general iba disminuyendo. Quizás fuera mi edad, pero creo que fue los efectos a largo plazo del café diario. Lo que más me molestaba de tomar café era el hecho de ser adicto a él. Me empezó a preocupar el no poder empezar el día sin una taza de café. A medida que pasaban los años intenté eliminar todas mis adicciones, pero el café seguía estando ahí, sacando lo mejor de mi.
Este pensamiento estuvo en mi durante uno o dos años, hasta que un día desperté advirtiendo que no necesitaba mi taza de café. Fue una revelación. Empecé a beber té negro y empecé a apreciar las sutiliezas de un buen té negro. Empecé a aprender sobre la cultura del té y, con el tiempo, dejé de echar de menos mi café de la mañana. Cuando viajaba tomaba café y al volver a casa volvía al té negro. Entonces, algo interesante sucedió. Una pocas personas me mandaron artículos sobre los beneficios del café. También unos cuantos amigos cuestionaron mi elección de no beber café. Como resultado empecé a pensar sobre el café de nuevo. Oí que Rudolph Steiner era fan del café y empecé a leer sus ensayos sobre el café y el té. De acuerdo con Rudolph Steiner, el café crea pensamientos que fluyen en un orden lógico. El té, por otro lado, crea pensamientos más dispersos. Un día, estaba teniendo dificultades con mi blog, hice un experimento y tomé una taza de café. Poco después, mis ideas empezaron a fluir libremente.
Creo que ahora que he re-introducido el café en mi vida estoy más satisfecho con mi taza de café de la mañana. Espero que disfrutéis los resultados [los posts del blog]. En algún momento puede que desee volver al té, en ese momento os lo haré saber.
– CONCLUSIÓN: ¿PERO DEBO TOMAR CAFÉ? ¿SI O NO? –
De los ejemplos anteriores se desprende que es recomendable dejar el café para momentos puntuales donde necesitemos una estimulación extra, sobre todo si es a nivel intelectual o creativo. Tomarlo a largo plazo conlleva más efectos negativos que positivos.
En los siguientes casos tendríamos que evitarlo, ya que puede agravar los síntomas negativos: insomnio, cisititis, hipertensión, úlceras, ardores de estómago, diarreas, colitis ulcerosas.
Si necesitamos una estimulación extra y no queremos/podemos tomar café, Olga Cuevas recomienda decantarse por el guaraná (que también contiene cafeína pero es de absorción más lenta), el jengibre, el té verde o el gingsen.
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