¿Qué efectos tiene una dieta macrobiótica en nosotros? Por definición una dieta macrobiótica ha de llevarnos a un equilibrio mayor del que teníamos antes de alimentarnos macrobióticamente, por tanto, no se trata tanto de comer unos alimentos determinados como de comer aquello que equilibre nuestra condición actual. Si estamos expuestos al sol la mayor parte del día, una alimentación macrobiótica se compondrá de muchos líquidos y alimentos con mucha agua en su composición. Si hacemos ejercicio físico comeremos más cantidad y alimentos más concentrados. Si se trata de un niño utilizaremos menos sal. Cada condición particular necesita unos ajustes en la dieta particulares, pero a pesar de estas diferencias existe algo en común a todas ellas: sus beneficios.
Una dieta macrobiótica nos proporciona los siguientes beneficios:
ENERGÍA
Una dieta macrobiótica te proporciona más energía, resistencia y vitalidad. No es que te dé más calorías que una dieta convencional sino que la combinación entre los alimentos que se aportan y los que se quitan de la dieta, da como resultado una circulación mayor de energía, la cual se encuentra disponible para los quehaceres diarios. Por un lado se introducen alimentos que se adaptan perfectamente a las características de nuestro sistema digestivo (no se consume energía excesiva en su digestión, no producen toxinas ni sustancias derivadas de su metabolismo que interfieren en otros procesos orgánicos). Estos alimentos acostumbran a ser cereales en grano, verduras y legumbres principalmente. Por otro lado tenemos los alimentos que se quitan, como por ejemplo: lácteos, carnes y estimulantes. Estos alimentos fuerzan al organismo a trabajar de más o bien consumen reservas de nutrientes para su metabolismo. Quitando estos alimentos podemos aprovechar la energía que utilizábamos con ellos en otras cosas.
REGULARIDAD
Una dieta macrobiótica implica ir al baño todos los días. Para conservar el equlibrio existen tareas que nuestro organismo precisa realizar todos los días. Una de ellas es ir al baño, de esta manera los desechos pueden ser expulsados y se deja espacio para las siguientes tomas. Con la regularidad evitamos que entren en nuestro sistema sanguíneo toxinas derivadas de digestiones demasiado largas.
ESTABILIDAD
El estado de ánimo, como casi todas las cosas en este mundo, también cambia. Ha de ser así. Pero hoy en día esas variaciones son más frecuentes y más pronunciadas. ¿Por qué? Una de las razones es el consumo de azúcar y otros productos refinados que provocan cambios bruscos en el nivel de azúcar de la sangre, como podemos ver en el gráfico. Una dieta macrobiótica favorece un nivel de azúcar estable en sangre, y por tanto, favorece un estado de ánimo estable.
MENOS ACIDEZ
Nuestro cuerpo puede estar más o menos ácido por dentro. Se sabe que para que pueda realizar todas sus funciones de forma óptima el cuerpo ha de estar con un PH de 7,35. Hoy en día esa cifra suele estar por debajo, es decir, un estado más ácido. Un PH por debajo de 7,35 favorece procesos de inflamación, rígidez muscular y una peor absorción de alimentos. La dieta macrobiótica cuida este aspecto y mediante el consumo de unos alimentos y la evitación de otros, se consigue mantener el PH en la cifra óptima.
PÉRDIDA DE PESO
Ya hemos visto en otras entradas cómo podemos perder peso con macrobiótica. Un alimentación basada en cereales en grano, verduras y legumbres favorece que el cuerpo encuentre su peso ideal de forma automática. Las entrada donde puedes encontrar más información sobre este tema son: Un método para perder peso con macrobiótica y Perder peso con macrobiótica.
CLARIDAD MENTAL
Aquello que comemos inevitablemente llega a nuestro cerebro. Según la calidad del combustible del que dispone nuestro cerebro, así interpretamos la realidad. La realidad es lo que es, no existen los juicios, la realidad no entiende de bueno o malo. Sin embargo, los seres humanos proyectamos sobre la realidad nuestras interpretaciones y estados emocionales. Esas interpretaciones y estados emocionales dependen en gran medida de lo que comamos. Una dieta macrobiótica favorece que en nuestra mente surjan interpretaciones optimistas de la realidad.
CALMA
Hoy en día el estrés es un rasgo permanente de nuestras vidas. Comer de forma macrobiótica, supone compensar dicho estrés (aunque lo ideal sería reducir la fuente de estrés). Para compensar el estrés podemos recurrir a alimentos concretos, que nos sirvan durante períodos cortos de tiempo, como por ejemplo: alimentos dulces como el zumo de manzana o una gelatina de frutas. También podemos prestar especial atención al momento en que comemos. Hacerlo de la forma más consciente y relajada posible. Aparte de estas medidas el comer de forma regular cereales, verduras y legumbres contribuirá a disminuir las reacciones extremas ante situaciones estresantes. Poco a poco y de forma natural, buscaremos situaciones menos extremas y estresantes porque nuestra alimentación está compuesta de alimentos menos extremos. No son ni demasiado yin (azúcar, aditivos, edulcorantes, miel, especias) ni demasiado yang (sal, huevos, carne). Esta ganancia en calma facilitará tener un sueño más reparador, lo cual repercutirá positivamente en la salud de todo el cuerpo.
Estos han sido algunos de los beneficios que nos puede reportar una dieta macrobiótica, independientemente de los ajustes personales que le hagamos para la mejora de nuestra condición personal. Todas las dietas macrobióticas persiguen alcanzar un equilibrio mayor del que existía hasta ese momento. Dicho de otra manera: La macrobiótica apoya la evolución de cada individuo.
[…] Fuentes: Wikipedia | Macrobiótica Mediterránea […]