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Testimonio sobre cáncer de estómago y macrobiótica

Kitatani macrobiotica y cancer
Kit Kitatani atribuye su éxitosa recuperación a la macrobiótica. Fotografía: Kushi Institute, USA

Esta semana nos llega desde el Instituto Kushi de Estados Unidos el caso de Kit Kitatani, un hombre que en 1983 fue diagnosticado de cáncer de estómago y que considera que lo aportado por la macrobiótica fue indispensable para su recuperación.

Mireia Ellis,  subdirectora del Instituto Kushi, nos relata este caso. Os dejo con sus palabras:

Recientemente recibimos una consulta de alguien diagnosticado con cáncer de estómago, preguntándose si había gente que se hubiese recuperado de su misma enfermedad mediante el apoyo de la macrobiótica.

Inmediatamente me vino a la mente una persona que fue durante muchos años macrobiótico y apoyó al Instituto Kushi, Kit Kitatani, quien en 1983 fue diagnosticado de un cáncer terminal de estómago y al que le dijeron que solamente tenía entre 6 meses y 2 años de vida. Kit atribuye su exitosa recuperación a la macrobiótica.

Nacido en Japón, Kim tenía 51 años y trabajaba para las Naciones Unidas en Nueva York cuando empezó a tener problemas de salud, incluyendo problemas de sueño, fatiga,  apetito, y persistente escozor en su lengua.

Al buscar ayuda médica fue diagnosticado con una úlcera peptídica, pero los medicamentos no aliviaban sus síntomas.

En 1983 durante una endoscopia, los médicos descubrieron una enorme úlcera con un tumor en el centro. Al cabo de unos días le operaron y le quitaron tres cuartos del estómago. El tumor no penetró en la pared del estómago, lo cual hizo que los médicos se sintiesen optimistas y esperasen una recuperación completa. Después de un tiempo en el hospital recuperándose de la operación, justo antes de darle el alta los resultados de la biopsia mostraron que el cáncer tenía metástasis en el sistema linfático. Sus médicos a partir de entonces le consideraron un caso terminal.

Al volver a casa Kit comenzó con la quimioterapia, pero esta pronto tuvo que interrumpirse porque sus células blancas empezaron a disminuir. Su oncólogo determinó que su médula osea había parado de producir sangre, lo cual era muy inusual bajo las circunstancias de Kit. No había ningún otro tratamiento que los médicos pudiesen ofrecer.

Durante este período de pruebas, Kit y su mujer Akiko acudieron a un evento social, donde él encontró a Joyce, una nueva colega de las Naciones Unidas. Joyce estuvo luchando contra el cáncer la última vez que la vio. “Ella parecía un fantasma, se le había caído el pelo y nosotros pensábamos seriamente que pronto la perderíamos” Kit recuerda. Aún así ahora ella estaba radiante y maravillosa, lo cual despertó la curiosidad de Kit. Joyce le explicó como la macrobiótica le había ayudado en su recuperación.

Inspirado por la historia de Joyce, Kit compró libros sobre macrobiótica y encontró un consultor macrobiótico que acudía periodicamente a Nueva York. Unos meses después Kit y Akiko fueron a Boston para una consulta para Kit con Michio Kushi, durante la cual ellos se sorprendieron cuando Michio se volvió a Akiko y, sin ningun conocimiento previo sobre su condición, con precisión describió problemas de salud que ella estaba teniendo. Después de la consulta Michio y Kit dedicaron un tiempo a hablar sobre las Naciones Unidas y su tema favorito: la paz mundial. Aquello fue el inicio de su duradera amistad.

Siguiendo los consejos de Michio, Kit empezó a mejorar, y en el trancurso de 3 años el médico de Kit le anunció que el cáncer había estado ausente durante tanto tiempo que lo consideraba curado del mismo, y que Kit no iba a necesitar acudir más a la consulta.

Con la salud recuperada Kit volvió al trabajo para las Naciones Unidas, primero eligiendo un puesto como representante de las Naciones Unidas en Burma. Su trabajo para las ONU culminó con el servicio como representante-residente en Myanmar (1986-1990) y como asistente de secretario.

En 1994, Kit fundó “2050” una ONG dedicada a hacer el mundo un mejor sitio para promocionar la concienciación en la población japonesa acerca de los problemas sobre el medio ambiente, la población y la pobreza. 2050 también se centraba en aumentar el estatus de la mujer en los países en desarrollo a través de la educación y nuevas actividades.

Kit también es miembro del comité que asesora a la Fundación para la Paz y el Medio Ambiente. Él participa activamente en reuniones internacionales y charlas sobre temas globales en todo Japón al igual que en otros países alrededor del mundo.

Desde que Kit se recuperó del cáncer, ha estado compartiendo su historia sobre el papel que desempeñó la macrobiótica en su recuperación, y cómo ello continua ayudándole en su buena salud. Mientras trabajaba para la ONU fundó la Sociedad Macrobiótica de las Naciones Unidas, donde trabajadores de la ONU pueden discutir los principios y prácticas macrobióticas.

Kit y Akiko tienen una casa en Becket, cerca del Insiituto Kushi, y cuando lo visitan yo estoy siempre sorprendida de como ellos tienen la misma vitalidad y felicidad abundante como cuando los conocí por primera vez, décadas atrás. Verdaderos ejemplos de una Gran Vida, ellos son una inspiración para todos nosotros.

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Deficiencias en niños con una dieta macrobiótica

Hace unas semanas recibimos un comentario en la entrada Dónde está el calcio en macrobiótica. En este comentario, Nacho, al cual le agradecemos la confianza depositada en nosotros, decía:

Tenemos una niña de 6 años que está dando constantes estirones (normal a esa edad), aunque es delgada (sus padres también lo somos) en los últimos meses ha crecido varios centímetros pero solo ha ganado 400gr de peso cuando al menos “debía” haber ganado 2 kilos.

Su pediatra le ha recetado un suplemento de calcio y que “tome muchos lácteos”. A ella no le gusta la leche y hace tiempo que no toma leche de vaca (aunque sí algún derivado).

Mi pregunta es: nosotros tomamos habitualmente sopa de miso con alga nijiki, y a ella le gusta (aunque no comerse el alga). ¿Crees que una sopa de miso con la “sustancia” del alga nijiki tiene el calcio suficiente para la niña? ¿Tiene más calcio que un vaso de leche?

La pregunta me hizo reflexionar. La respuesta ya estaba lista pero como consideré importante el camino que me hizo llegar a ella, decidí publicarlo en forma de post, la reflexión y la respuesta en si, es lo que viene a continuación:

En 1984 se publicó un estudio en la revista científica The American Journal of Clinical Nutrition que analizaba la dieta en un grupo de niños de familias que seguían una dieta macrobiótica. Los resultados arrojaron importantes datos que confirmaban deficiencias en su alimentación. A continuación se muestra una de las tablas donde aparecen las diferencias entre el grupo de niños macrobióticos y el grupo control.

Macrobiótica en la infancia

En la tabla se observa que la dieta de los niños macrobióticos presenta menos niveles de energía calórica, proteínas, carbohidratos, calcio, hierro, riboflavina, vitamina B12 y vitamina C, y más niveles de fibra y tiamina.

En una parte del artículo podemos leer:

El presente estudio muestra que durante las edades de 2 a 10 años, la capacidad para crecer (especialmente en altura y peso) en niños macrobióticos está limitada, mientras que los niños cuyas dietas incluyen pescado, productos lácteos y grasas, ganan peso y altura más rápidamente que los niños que no lo hacen. Como se muestra en la figura, nosotros presentamos aquí la curva de crecimiento de 3 hermanos cuya edad es 3, 5 y 8 años de una familia macrobiótica casi vegana [para este post he adjuntado la gráfica del niño de 8 años], en la cual la madre introdujo  de pronto productos lácteos y pescado azul (punto A de la gráfica que sigue). En todos los niños un aumento en el peso y la altura fue observado tras la introducción de los productos lácteos y el pescado. Ese aumento de peso y altura fue repentino como puede observarse si lo comparamos con el crecimiento de otros niños (líneas de puntos), lo cual puede estar indicando deficiencias previas.

Gráfico sobre el estudio nutricional con niños macrobióticos

Al comprobar tales deficiencias los autores del artículo, Dagnelie y Van Staveren, se pusieron en contacto con varios consultores macrobióticos en Holanda y Estados Unidos (incluyendo Michio Kushi) y realizaron un informe conjunto en el que se incluían las siguientes recomendaciones para hacer la dieta macrobiótica más nutritiva para los niños:

  1.  Incluir en la dieta más grasas como fuente de energía. Entre el 25 y 30% de la energía debería proceder de las grasas ingeridas. Esto podría conseguirse mediante 20-25 g de aceite al día, o bien con el doble de cantidad de frutos secos y semillas.
  2. Los productos animales como el pescado son necesarios para obtener la vitamina B12 . Incluir de 100 a 150 g a la semana de pescado azul (atún, salmón, arenque, sardinas, etc.) podría proporcionar la cantidad suficiente. Sólo pequeñas cantidades de algas deberían ser consumidas porque estas contienen un análogo de la vitamina B12 que impide la absorción de la verdadera B12. Si estás interesado en este tema también puedes leer el post ¿Carece la dieta macrobiótica de vitamina B12?
  3. Se recomienda incluir en la dieta productos lácteos (150 a 250 g al día) como fuente de calcio, proteína y riboflavina.
  4. Finalmente se recomienda reducir la ingesta de fibra para los niños menores de 2 años, remplazando parte de los cereales integrales que se toman por otros productos con menos fibra.

El punto más controvertido de estas recomendaciones podría ser el de los lácteos, pues es bien sabido los efectos perjudiciales que su consumo puede acarrear. En palabras de la doctora Olga Cuevas  “se han descrito muchos problemas relacionados con los lácteos. Entre ellos podemos citar: problemas circulatorios; alergias; inmunodepresión; diabetes juvenil; enfermedades otorrinolaringológicas; asma; acumulación de mucosidades, especialmente en los órganos genitales femeninos y en el aparato auditivo”. Al mismo tiempo también se pone en duda que los lácteos sean una adecuada fuente de calcio ya que en poblaciones con alto consumo de lácteos encontramos altas proporciones de osteoporosis. También se alude a que la proporción calcio-fósforo de la leche de vaca no contribuye a una buena absorción del mismo.

¿Qué hacer respecto a los lácteos? ¿Contienen alguna sustancia que hace imprescindible su consumo como ocurre en el caso de la vitamina B12 y los productos animales? Parece que no, pues los nutrientes a los que se refieren los investigadores que hacen recomendable el consumo de lácteos los podemos encontrar en otros alimentos sin las contraindicaciones lácteas. Veamos uno a uno:

  • Las proteínas podemos encontrarlas en las legumbres y su combinación con los cereales, los huevos, carne, pescados, frutos secos, semillas, seitán y tofu entre otros.
  • El calcio lo podemos obtener del brócoli, el perejil, los berros, la col rizada, las algas (especialmente las hiziki), el sésamo y  las almendras. Aunque no se nos bombardee con publicidad acerca de su contenido en calcio todas estas fuentes tienen más calcio que la leche, ¿parece increíble, verdad? Si quieres saber más sobre las fuentes de calcio visita el post Dónde está el calcio en macrobiótica, y sobre la leche el post Macrobiótica sin leche.
  • Y por último, la riboflavina la encontramos en la levadura de cerveza, los cereales integrales, la carne, el hígado de animales y los huevos. Aquí habría que destacar que la riboflavina de la leche se reduce en un 20% por procesos como la pasteurización.

Todos estos datos nos sugieren 2 cosas:

  1. Examinar la dieta de nuestros pequeños y asegurarnos de proporcionarles todos los nutrientes que necesitan. A pesar de ser una dieta sin tóxicos (azúcar, alimentos procesados, aditivos, pesticidas, etc.), la dieta macrobiótica tradicional puede carecer de la cantidad idónea de nutrientes importantes para el crecimiento.
  2. Quitarnos de encima el fantasma de la leche y los lácteos. Hemos nacido rodeados de multitud de mensajes acerca de la necesidad de la leche y obrar en su contra nos lleva a lo que en psicología llaman disonancia cognitiva: estado de confusión y malestar porque las acciones contradicen las creencias. Renovar las creencias nos devolverá la paz.

Hasta aquí la reflexión. Ahora pasamos a la respuesta final a la pregunta de Nacho. Como ya han pasado algunos minutos desde que la leímos vamos a recordar algunos datos: en los últimos meses la hija de Nacho sólo ha ganado 400gr cuando debería haber ganado 2 kilos; su médico le ha recomendado suplementos de calcio y comer muchos lácteos; y sus padres se preguntan si con el calcio de la sopa de alga hiziki habrá suficiente calcio para satisfacer sus necesidades nutricionales.

En cuanto al peso yo analizaría la cantidad y calidad de las proteínas y grasas que ingiere, prestaría más atención a eso que al tema del calcio, aún así aseguraros que en su dieta también se incluyen fuentes ricas en él, como el brócoli, el perejil, el sésamo o las almendras.

En cuanto al calcio contenido en el agua de una sopa cocinada con algas no he podido encontrar ninguna fuente donde figure. Es verdad que las algas contienen mucho calcio pero saber qué cantidad queda en el agua de la sopa es difícil, por ello recurriría a otras fuentes más fiables como las algas mismas u otros alimentos.

Muchas gracias por volcar aquí vuestras dudas y enriquecer así el mundo de la macrobiótica. Un saludo.

 

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Alternativa macrobiótica al hervido

Estilo para cocinar verduras de una forma sana: Nishime
La macrobiótica enriquece nuestra cocina con un nuevo estilo para cocinar nuestras verduras: Nishime Style

En la zona donde vivo es común el tomar “hervido” por la noche. Es tradición en muchas casas y en especial la gente mayor. Consiste en varias verduras cocidas en agua abundante durante 20-30min, a las que se les añade aceite y sal justo antes de tomarlas. Normalmente se utilizan verduras como las acelgas, cebolla, zanahoria, judías verdes y patatas.

En macrobiótica existe un método similar para cocinar verduras aunque con algunas diferencias importantes. El método es llamado “Nishime” (palabra de origen japonés). Nosotros podríamos llamarle “Hervido escaso de agua”. Aquí propongo este estilo no para sustituir el clásico hervido, sino para abrir nuestro abanico de alternativas, así la vida es más fácil.

El estilo nishime consiste en hervir con muy poca agua trozos grandes de verdura durante mucho tiempo. Como se utiliza muy poca agua, podríamos incluso considerar que se cocina al vapor. Los pasos para preparar verduras de esta manera serían estos:

  1. Lava y corta a trozos grandes uno o varios tipos de verduras: zanahoria, chirivía, calabaza, cebolla…
  2. En una olla añade 1-2 dedos de agua y un trozo del tamaño de un sello de alga kombu. Coloca la verdura encima
  3. Cuando el agua empiece a hervir baja el fuego al mínimo y tápala. Cocina durante 20-30 minutos, o hasta 1 hora. Comprueba de vez en cuando que no falte agua (no suele faltar porque la verdura empieza a soltar sus jugos a medida que se cocina)

Como verdura podemos utilizar zanahoria, chirivía, alcachofa enteras, cebolla partidas por la mitad o enteras, nabos… aunque lo que más me gusta a mi es la calabaza. Si elegís una calabaza que salga dulce podéis disfrutar de un plato sencillo y delicioso. No tenéis porque utilizar muchas verduras, en ocasiones con una sola verdura es suficiente. Probadlo y experimentar sus efectos. En invierno se recomiendan trozos grandes, ya que de este modo acumulan más energía.

¿Qué lo diferencia del hervido tradicional?

En primer lugar la cantidad de agua utilizada. En el hervido se utiliza agua abundante y de este modo muchas de las vitaminas y otros elementos de la verdura quedan diluidos en ella. Normalmente el agua de un hervido no se toma, así que las vitaminas acaban en el fregadero. Con el estilo “Hervido con poca agua” o nishime se utiliza muy poca agua, de este modo: 1) La verdura no alcanza tanta temperatura y muchos de sus nutrientes no son destruidos; 2) El agua que se utliza se mezcla con los jugos de las verduras y al ser poco podremos vertirlo sobre las verduras y tomarlo, de forma que los nutrientes son nuestros; 3) Las verduras conservan una textura crujiente (especialmente zanahoria y nabo) que la hacen más apetecible. En el hervido con poca agua no se utilizan verduras de hoja como las acelgas o las espinacas porque desde la macrobiótica se considera un estilo de cocción demasiado largo para estos alimentos. Para las verduras de hoja se prefiere la cocina al vapor o escaldarlas 20-30 segundos, de esta manera se aprovechan mejor sus cualidades nutricionales y energéticas.

Un apunte final: Para sazonar las verduras se añade al plato en los instantes finales unas gotas de shoyu. Un truco es retirar la verdura de la olla y en el caldo que queda añadir el shoyu y tras unos instantes vertir sobre la verdura. Se puede espesar un poquito de maizena o kuzu. Para ver como usar el kuzu ir a la entrada Kuzu, remedio macrobiótico por excelencia.

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