Siguiendo con la entrada anterior –La realidad de la macrobiótica– donde apostabamos por probar una alimentación macrobiótica y ver que pasa, me gustaría sugerir una serie de cambios. Realizar los cambios y entonces observar cuales son los mensajes que el cuerpo nos envía. En función de esos mensajes tomamos decisiones.
¿Qué primeros cambios podrían ir bien? Para responder a esta pregunta recurriremos a las enseñanzas de Verne Varona, conocido consultor macrobiótico. Éste afirma que para obtener los mejores resultados posibles hemos de empezar reduciendo los alimentos que provoquen inflamación, bajadas y subidas bruscas de azúcar en sangre, y aquellos alimentos que despierten un apetito intenso por otros alimentos extremos pero del polo opuesto. Esto no significa que tengamos que prescindir de los siguientes alimentos para siempre, pero si durante un período de prueba. Estos alimentos son:
Cualquier comida que contenga azúcar blanca o moreno
Zumo de frutas
Leche y productos lácteos, sobre todo los comerciales
Aceites refinados
Cafeína
Alcohol
Medicamentos (a excepción de los prescritos por el médico por alguna dolencia actual)
Picantes pesados
Harina y arroz blanco
Alimentos que contengan químicos: aditivos, colorantes, conservantes, etc.
Estos son sólo unos breves apuntes sobre la dieta que habría que completar con estos otros sobre el estilo de vida:
Al menos 30 minutos de ejercicio diario: andar, ir en bicicleta o nadar
Reduce la cantidad de comida que tomas en una sola comida e intenta comer más frecuentemente, en vez de 3 veces al día prueba con 4 ó 5
No comas, al menos, 2-3 horas antes de irte a dormir. Dormir es para descansar no para digerir
Intenta acostarte antes de las 12 de la noche y levántate temprano
Cuida el momento de comer, presta atención a la comida, la postura, el masticar. Evita ambientes muy ruidosos
Dedica tiempo para estar en un medio natural al menos una vez a la semana. Nos da energía y nos calma. Caminar descalzo por la playa también tiene efectos postivivos
Estos han sido unas cuantas sugerencias para ir empezando con la macrobiótica, que no es más que poner a nuestro favor procesoso naturales que nos ayudan a sentirnos más vitales, felices y realizados, en definitiva, ser Uno con el Todo.
¿Cómo saber si la macrobiótica tienen algo que aportarte? El cuerpo está acostumbrado a unas cosas y aunque le introduzcas unas nuevas, en un primer momento lo más probable es que proteste a los cambios. Hay que esperar, dejar unos días o semanas, y ver que pasa. A veces ocurre igual que al aplicar la extinción. Cuando queremos que un niño deje de llorar porque quiere una golosina, lo que hacemos es no comprársela y esperar, así aprende que con llorar no consigue lo que quiere. Nuestro cuerpo también llorará. Es posible que tras ese tiempo el cuerpo empiece a lanzarnos mensajes de agradecimiento por el cambio realizado. ¿Cuáles podrían ser esos mensajes? Aquí va una lista:
Más energía, resistencia y vitalidad
Ir al baño con regularidad y sin esfuerzo
Un estado de ánimo positivo y regular
Menos acidez en el cuerpo lo que puede traducirse por menos inflamación y menos dolores articulares y musculares
Mejor digestión
Un sueño reparador
Más claridad mental y mejor memoria
Una pérdida de peso permanente
Mejor circulación sanguínea y linfática
Tendencia hacia el optimismo
Está lista de síntomas que nuestro organismo nos envía en respuesta a una dieta y estilo de vida más natural puede que no llegue de forma inmediata, por ello digo: “Al principio deja que la macrobiótica sea tu autoridad”. Confía en lo que la macrobiótica te dice. No existen intereses ocultos. No quiere nada a cambio. No tienes que seguir todo lo que se te dice a pie puntillas de aquí al fin de los días, sólo un período de tiempo, como quien deja hablar a alguien con un mensaje importante. Una vez pasado un tiempo y comprobando las diferentes respuestas del organismo a los cambios en dieta y estilo de vida, entonces empieza a tomar decisiones. Todo esto me recuerda a una historia que cuentan sobre Buda. Un hombre agitado, ávido de respuestas llega ante el maestro. “Buda, quiero entenderlo todo, tengo mil preguntas. Me han dicho que eres un hombre sabio, quisiera saber”. Buda impasible le respondió: “De acuerdo, te responderé a todas las preguntas que tengas, pero con una condición: Estarás junto a mi durante un año, en el cual no podrás realizar ninguna pregunta. Tras ese año sí podrás hacerlo”. El hombre al principio se mostró reacio, pero finalmente aceptó la propuesta que Buda le había hecho. Tras el año Buda se acercó al hombre y le comunicó que ya había llegado el momento de las preguntas. Aquel hombre, con lágrimas en los ojos, le respondió que ya no habían preguntas.
Las preguntas van en busca de unas respuestas que pueden llegar en formas que no nos esperamos. Las preguntas son siempre mentales y esperamos que lleguen por esa misma vía, pero en ocasiones las mejores respuestas a las preguntas son las experiencias mismas. A aquel hombre, durante el año con Buda, le llegaron las respuestas a todas las preguntas que tuvo, pero no fue a través de la mente. Aquel hombre experimentó las respuestas a todas sus preguntas, eran tan evidentes y claras que ya no era necesaria una elaboración verbal porque ya había conocido la verdad.
Conoce la realidad de la macrobiótica. No seas impaciente y quieras entenderlo todo en las primeras semanas. Espera la respuesta desde la vastedad que representa lo no verbal.
En muchos momentos me he encontrado perdido cuando me ha entrado hambre entre horas. ¿Qué comer? A mi mente únicamente me venían pan y distintos tipos de embutido y queso. Desde pequeños hemos estado rodeados de bocadillos de chorizo, salchichón, queso blanco, queso de bola, jamón serrano, mortadela, jamón york,… Era rápido, estaba bueno y ya está. ¿Pero qué hacer en esta era macrobiótica? Una vez nos cambian los gustos y aprendemos lo poco conveniente de comerlos a diario empezamos a considerar otras alternativas: frutos secos, fruta, algún zumo, té y algunas galletas. Pero para quien quiera un poco más hay que recurrir a otras cosas. Una de ellas podría ser un pan de buena calidad y un paté vegetal de elaboración propia. ¿Cómo hacer el paté? Vamos a verlo.
Recolecta los siguientes ingredientes:
Un tipo de semillas o fruto seco. Pueden ser almendras, semillas de calabaza, semillas de girasol o anacardos. Ponlos a remojo la noche anterior. No es imprescindible el remojo pero así sentarán mejor.
Elige una verdura. Podría ser zanahoria, alcachofa o calabaza. Escáldala unos 2 min aproximadamente
Alguna hierba fresca como perejil o cilantro
Aceite de oliva, cuánto más pongas más cremoso saldrá el paté
Sal. En su lugar puedes utilizar shoyu o vinagre de umeboshi
Algo de agua para poder triturar y mezclar bien todos los ingredientes. No demasiada, ves añadiendo en pequeñas cantidades
Su elaboración es tan fácil como tener una buena batidora donde combinar todos los ingredientes. El resultado es un paté vegetal de elaboración propia, ideal para untar a una rebanada de buen pan. En mi caso es un pan que hacen en Elche de la Sierra, la panadería El Rincón del Segura, que se distribuye por diferentes ciudades de la provincia de Alicante. Es un pan hecho con harinas ecológicas y masa madre, en la línea de nuestra alimentación macrobiótica.
Si vas con prisas puedes optar por distintos patés vegetales que están el mercado, pero no hay nada que iguale la energía fresca de algo recién hecho.
Otra opción, esta vez dulce, es mezclar tahini, miel o sirope de arroz, harina de cacao o de algarroba y un poco de agua para diluir hasta alcanzar la textura deseada. Si añadimos unas avellanas tostadas le dará un toque a la nocilla de nuestra niñez.
La fotografía de esta entrada pertenece al blog “La flor del calabacín” donde podéis encontrar otras recetas muy interesantes. Ya que estamos empezando la época de las habas frescas, se me ocurrió que la siguiente receta de “La flor del calabacín” vendría muy bien. Dicho esto os dejo con la receta, dice así:
PATÉ DE HABITAS Y MENTA
300gr de habitas frescas, recién cogidas
75gr de nueces
Una ramita de hierbabuenda
Sal y aceite de oliva
Hervir las habitas 5 minutos. Colarlas, ponerlas en un bol junto con las nueces, sal y un chorrito de aceite de oliva. Triturarlo todo con la batidora hasta tener un paté homogéneo. Tostar unas rebanadas de pan casero y degustarlas pensando en lo insondable del universo.
La alimentaciónmacrobiótica más que una dieta semanal de alimentos predefinidos es el resultado de una serie de principios o pautas generales que aplicamos a la elección y elaboración de nuestro menú. De su aplicación surge la dieta diaria.
Uno de estos principios es el tema de la entrada de hoy. Con él nos será más fácil saber qué hacer de comer y nos aseguraremos un aporte de los principales nutrientes, evitando así el desequilibrio hacia la comida que no nos alimenta.
El principio o pauta a aplicar es muy sencilla. Se trata de clasificar los alimentos en 3 grandes categorías. Metafóricamente hablando el principio consistiría en ordenar la gran cantidad de recursos a nuestro alcance (todos los alimentos) en tres cajones. El orden facilita la acción. Tener todos los alimentos repartidos en 3 cajones hará más fácil la elaboración del menú. Veamos cuáles son esos tres grupos.
ALIMENTOS PRIMARIOS
Los alimentos primarios son la base de la alimentación, lo que nos sustenta, aquello que nos mantiene vivios en una situación de emergencia como podría ser una guerra. Son la base que figura en el centro de incontables culturas como por ejemplo el trigo, la cebada y la avena en Europa, el arroz en Asia o la quinoa y el amaranto en latinoáamérica. Incluye también las legumbres y otros alimentos como la patata, la yuca y el taro (patata de Japón). Los alimentos incluidos en esta categoría comparten las siguientes características: las podemos obtener en nuestro entorno cercano, son económicos, nos permiten sobrevivir, aportan nutrientes, se pueden almacenar, podemos prepararlos de muy diversas formas y tienen un sabor dulce que nos nutre y satisface. Nuestro organismo sabe lo que es y qué hacer con ello; durante 10.000 años la humanidad ha estado alimentándose de estos alimentos.
ALIMENTOS SECUNDARIOS
Los alimentos secundarios son aquellos que añadimos a los primarios en pequeñas cantidades. De esta manera damos variedad a los platos y los complementamos nutricionalmente. Aquí se incluyen productos derivados de los cereales, algas, fruta, proteína animal (carne, pescado, huevos), frutos secos, semillas y condimentos… En esta categoría surge la controversia de los produtcos animales, ¿tomar más o menos carne, pescado, huevos, etc? La costumbre nos lleva a tomar casi a diario este tipo de alimentos, pero recientes investigaciones y las culturas más longevas del planeta nos sugieren que los tomemos en pequeñas cantidades. Puedes ampliar este tema consultando las entradas del blog tituladas:
Los alimentos de placer satisfacen otras dimensiones de nuestro ser. Es importante mantener un equilibrio global y no sólo de una sola parcela como podría ser la física. ¿De qué sirve un cuerpo sano si nos enfadamos al no poder tomar nuestro dulce de infancia favorito o decimos “no” a una cena de amigos por ser en un restaurante? Macrobiótica no trata sólo de un cuerpo sano, sino de una totalidad sana y en equilibrio. En ocasiones una parcela de nuestro ser, por ejemplo la física, ayuda a equilibrar otra, como por ejemplo la psicológica o la social. Tened en cuenta que el equilibrio del que habla la macrobiótica moderna se refiere al equilibrio global. Por esa razón en el menú diario se incluye una pequeña cantidad de “todo lo que tú quieras”. Sólo dos apuntes más sobre esta categoría: (1) Si es posible elige la máxima calidad; (2) Si estás tratando alguna enfermedad reduce la cantidad y/o espera hasta estar mejor.
El realizar está división en 3 cateogrías ya nos orienta bastante acerca de cómo elaborar nuestro menú diario. Si queremos avanzar un paso más, entonces podemos aplicar porcentajes a cada una de ellas. El consultor macrobiótico Verne Varona recomienda las siguientes:
70-75 % de alimentos primarios. Lo podemos desglosar en 35% verduras, 30% cereales integrales, 5-10% legumbres
25-30 % de alimentos secundarios. Lo podemos desglosar en 5% productos derivados de los cereales, 5-10% proteína animal, 15-20% otros alimentos secundarios (algas, aceites, frutos secos, fruta, bebidas, etc.)
5% alimentos de placer: una pequeña cantidad de todo aquello que te apetezca
Con principios como este hacemos la realidad un poco más manejable. Muchas veces me veo inundado de información y yo mismo me digo “Vale, lo entiendo. Todo esto es perfecto, ¿pero cómo diablos lo llevo a la práctica?”. En los años que llevo rodeado de libros he aprendido dos cosas que me ayudan: (1) Simplifica la teoría para llevarla a la práctica. La teoría es útil porque nos guía en un mundo real. Un ejemplo: Llegas a una ciudad nueva buscando una dirección, ¿te ayudaría una persona que te describiese al detalle el camino que has de hacer hasta llegar a tu destino, incluyendo lo que tienes que hacer en el caso de que… el semáforo se ponga en rojo, un viandante cruce la calle, llueva, no encuentres aparcamiento, pinches una rueda…? ¿O te ayudaría más alguien que en cuatro frases te dice cómo llegar? El segundo caso es lo que hemos hecho aquí, dividiendo los alimentos en tres categorías; y (2) Introduce los detalles durante la práctica, una teoría llena de detalles no nos indica de forma clara cuál es el camino. En una situación real los detalles caen por su propio peso. Siguiendo nuestro ejemplo, no haría falta incluir en las indicaciones qué hacer si un semáforo se pone en rojo o un peatón cruza la calle, automáticamente frenaríamos.
La teoría macrobiótica es una herramienta crucial para desenvolvernos en un entorno real y cambiante; léela, estúdiala, pero no dejes de vivir en la realidad.
El pasado sábado 27 de Octubre se celebró en Herbia Bienestar (Elche, Alicante) el primer taller de alimentación anticáncer que en esta ciudad ofrecía la doctora Odile Fernández (para saber más acerca de ella ir a la entrada Alimentación y cáncer, una entrevista a Odile Fernández). El taller estuvo organizado y asistido por Mario López, quien desde aquí os escribe. Macrobiótica y alimentación anticáncer constituyen dos áreas de conocimiento que pueden enriquecerse mutuamente, multiplicando así los beneficios que cada una de ellas ofrece por separado.
Las salas donde se impartió el taller estuvieron al máximo de su capacidad, no quedando plazas para el mismo una semana antes de su realización. La actividad consistió en un breve acto de presentación tras el cual Odile comenzó con su exposición acerca de qué tipo de alimentación ayuda al tratamiento contra el cáncer. Durante la exposición surgieron diversas preguntas que tanto Odile como yo (si éstas se referían a la macrobiótica) respondimos. Tras la brillante exposición de la doctora Odile Fernández, expliqué brevemente en qué consiste la macrobiótica y cómo ésta puede colaborar en la lucha contra el cáncer. Para finalizar el acto todos disfrutamos de una degustación formada por té verde, frutos secos, bizcocho sin azúcar y dulce de calabaza con crema de anacardos y mermelada de mora. Desde aquí dar a las gracias a Sandra y MªAsunción, cuya colaboración nos permitió mejorar la organización y contar con excelentes fotografías del evento. Gracias chicas, sin vosotras no hubiese salido todo tan perfecto.
De forma que podáis compartir algo de lo que aprendimos en el taller he rescatado una parte del mismo para esta entrada. Es un tema que considero importante y que hasta ahora no hemos tratado en el blog.
MÉTODOS DE COCCIÓN A EVITAR Y/O REDUCIR PARA UNA ALIMENTACIÓN ANTICÁNCER
OLLA EXPRÉS: En la olla exprés los alimentos alcanzan altas temperaturas, hasta 140º C, por lo que la mayoría de vitaminas y minerales se destruyen. Por esta razón es preferible reservar este método de cocción para alimentos específicos que lo requieran como por ejemplo algunos cereales y legumbres.
HORNEADO: Odile señala en su libro “Alimentación Anticáncer” que al hornear por encima de 200ºC se producen en los alimentos sustancias tóxicas como por ejemplo las aminas heterocíclicas. En el taller desaconsejó el uso del papel de aluminio para envolver los alimentos que cocinamos al horno; mejor el papel vegetal.
FRITOS: Las altas temperaturas son los enemigos de una alimentación sana; al freír podemos llegar a alcanzar los 300ºC por lo que constituye un método de cocción no recomendado para una alimentación anticáncer. Además de las altas temperaturas, las grasas utilizadas para freir una y otra vez comienzan a generar sustancias muy cancerígenas.
BARBACOAS O PARRILLAS: Las partes más tostadas (negras) de aquello que preparamos en la parrilla contienen una sustancias altamente cancerígenas: el benzopireno y las aminas heterocíclicas. Odile nos advierte que estas sustancias también las podemos encontrar en los frutos secos fritos, el café torrefacto, el pan muy tostado y las pizzas y panes hechos en horno de leña.
MICROONDAS: El uso del microondas disminuye los nutrientes de ciertos alimentos como por ejemplo el brocoli, que al cocinarlo mediante este método pierde un 40% de vitamina C y un 74% de glucosinolatos, mientras que al vapor estos nutrientes quedan casi intactos. Además de la pérdida de nutrientes nos encontramos con los perjuicios de las ondas electromagnéticas cuyo efecto en el organismo es nocivo.
AHUMAR: Odile Fernández recomienda evitar el consumo de ahumados, ya que en la superficie de los mismos se acumulan sustancias muy cancerígenas. Entre estas sustancias destacan los hidrocarburos policíclicos (HAP).
COCINAS DE INDUCCIÓN: Las radiaciones electromagnéticas utilizadas para calentar los alimentos en las cocinas de inducción se han relacionado con la aparición de tumores, por lo que en caso de tener que comprar una cocina nueva nos inclinaríamos por una de gas o vitrocerámica.
Con estos consejos de nuestra amiga Odile Fernández tenemos una guía breve y sencilla de qué métodos son los más adecuados para una alimentación sana y que ayude a prevenir y tratar el cáncer. Si sumamos estos consejos a lo que ya sabemos y vamos aprendiendo sobre macrobiótica (estilos de cocción y su relación con las estaciones del año, métodos de cocina para cada tipo de persona, remedios macrobióticos para casos concretos, etc.) tendremos a nuestro alcance un arsenal de conocimientos para convertir nuestra cocina en todo un laboratorio de felicidad.
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